Cuando llegamos nos distribujeron en diferentes hogares en función del grado de discapacidad de los residentes. A mi me tocó en el hogar verde. Este hogar acoge a personas con grave parálisis cerebral, totalmente dependientes de una persona que haga vida con ellos.
En nuestro hogar residian unos 12 enfermos. Tres de los alumnos nos instalamos en ese hogar. Las tareas que realizamos con ellos era acompañarlos al hacer actividades como levantarlos de la cama, darles de comer, sacarlos a pasear...
Las personas que tienen esta enfermedad no exteriorizan los sentimientos de la misma manera que puedan hacerlo el resto de personas. Son muchos más expresivos y la forma de expresarse es más primaria, lo que hace que se cree una relación de cariño muy fuerte entre estas personas y qienes han compartido algunas horas de su vida a ellos.
Al principio todo se veía oscuro, y a medida que avanzaba la semana todo cambió radicalmente. Comparo esta experiencia con un túnel en el que, desde la entrada, todo se ve negro, hasta que llega un momento que al final del túnel eres capaz de ver la luz y todo se ilumina.
Esta es una experiencia muy bonita que recomiendo realizar.
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